Mirar las cuevas - mirar yacimientos Conclusiones provisionales de los datos espeleoarqueológicos.
Introducción. Durante los años 2000, 2003, 2005, 2007, 2008, 2009, 2011 y 2013 se han venido realizando en la zona de Leymebamba visitas y exploraciones arqueológicas orientadas a aportar el uso que los antiguos habitantes Chachapoyas habían hecho de las cavidades. Visto ya que la cristianización de Sudamérica demonizó las cuevas y las simas, sabemos que en los últimos 500 años pocos habitantes de la zona se han aventurado a entrar en ellas, dejando prácticamente intacto un vasto espacio para la investigación arqueológica. Los espeleólogos no tenemos formación arqueológica previa, al menos en principio y de manera general. Nuestra forma de adentrarnos en las cavidades nos viene marcada por una mirada que tiene más que ver con la geología que con la arqueología. De esta forma, podemos pasar junto a yacimientos realmente interesantes que, a no ser que dificulten nuestro camino o que sean obvios por su tamaño, quedan inadvertidos en nuestra progresión. En las exploraciones del 2003, del 2005, del 2007, del 2008, del 2009, del 2011 y también del 2013, realizamos numerosas fotografías de los lugares visitados. Ver una y otra vez las fotos nos ha dado como resultado aprender a mirar los restos de una manera diferente. Hubo ocasiones en que el hallazgo de restos humanos ya no nos parecía ni siquiera importante, y quedaba despreciado, como nos ocurrió con el cuerpo hallado en la Sima de Carpona. Convencidos, sin ninguna razón, de que los Chachapoyas no podrían aventurarse en cavidades verticales, ni siquiera reparamos en buscar restos de uso de la sima en su parte más profunda. Nuestros ojos se volcaban sobre las galerías inexploradas y sobre las bellas formaciones del fondo. Hoy, sabiendo que la verticalidad no era un obstáculo, tenemos la asignatura pendiente de volver a remirar aquellos lugares ya vistos y topografiados que ni siquiera llamaron nuestra atención. Por eso, he creído conveniente reorganizar todo lo que conocemos, sistematizarlo y presentarlo de manera que los espeleólogos aprendamos a mirar las cosas de otra forma. El presente documento es para espeleólogos y no busca dar respuestas sino orientar nuestra mirada. Esclarecer qué andamos buscando, ayudarnos a ser conscientes de lo que vemos, a organizarlo en los ojos y en la cabeza, de manera que podamos abarcar la mayor parte de la realidad arqueológica posible. La presencia de los arqueólogos en el grupo ayuda sobremanera a este objetivo, pero hay que tener en cuenta que ellos no son espeleólogos y es fácil que les sobrecoja el mundo subterráneo de forma que tampoco estén en óptimas condiciones para poder ver todo lo que hay con claridad. Por eso, nosotros, habituados como estamos a la oscuridad y a un medio adverso y hostil como son las cuevas, tendremos que hacer un esfuerzo para posibilitar un mayor conocimiento de todo lo que veamos. Desconozco si el grupo de Steve Knutson adolece de las mismas deficiencias que nosotros, pero en principio no quisiera dar por supuesto que tengan mayor preparación arqueológica. Ojalá sea así. Como coordinador del área espeleológica de la expedición, considero mi responsabilidad ayudar a que los espeleólogos seamos realmente útiles en la tarea que se nos encomienda. Agustín Rodríguez Teso. La omnipresencia de las cuevas en la vida Chachapoyas. Dejando aparte la Cueva de Manachaqui, cuyos estudios son anteriores, podemos concluir que desde 1996 cuando menos, distintos grupos espeleológicos han venido encontrando restos de la cultura chachapoyas en el interior de las cavidades. La primera conclusión a destacar es que el uso de las cavidades no es un rasgo peculiar de alguno de los grupos concretos que conformaran los antiguos curacazcos chachapoyas, sino que es algo extendido en todos los rincones de su vasto territorio.
De norte a sur tendríamos definidas las zonas de Luya, San Carlos, Soloco, Mendoza, Magdalena, El Chillo, Montevideo, Leymebamba, Río Pomacochas, y la zona del Gran Pajatén. Es decir, las cuevas encontradas ocupan el territorio chachapoyas conocido desde el norte hasta el sur. Tenemos que concluir por tanto, que se trata de un uso conocido y extendido por todos los curacazcos que componían la etnia denominada Chachapoyas. Ahora quedará la ingente tarea de recorrer el territorio y descubrir todos aquellos restos que puedan seguir añadiendo conocimientos a lo iniciado. Rasgos comunes en la utilización de cavidades. Un primer elemento a destacar es la habilidad de los chachapoyas para realizar tareas en el interior de las cavidades. En principio, es necesario señalar que su uso no se restringe a las cavidades horizontales donde se pueda practicar un fácil acceso. Así tenemos también verticales que han sido practicadas por este pueblo, con distintas profundidades que llegan desde los 9 metros en Moras Huayco hasta los 115 de la Sima de Ojos de Achupa, pasando por los 30 de la Sima del Tumi o los 40 en la Sima de La Tranquilidad. También destacable es el recorrido horizontal de las cavidades exploradas. Se han encontrados restos de utilización a 830 metros de la boca de la cueva en Chururco y hasta 1300 metros en Atumpampa. Esto implica que para los chachapoyas el interior de las cavernas no suponía un mundo extraño donde no pudiesen estar, sino que se trataba de un lugar con el que estaban familiarizados.
Restos de construcciones. En varias de las cavidades se han encontrado restos de construcción. Según el desarrollo de la cavidad, estos trabajos podrían haber sido más o menos largos en el tiempo. En la cueva de Moras Huayco, se realizaron tareas de amuramiento de los laterales. El escaso recorrido de la cueva hace impensable que sólo se tratase de una tarea de desescombro, dado que si el objetivo hubiese sido quitar las piedras sueltas que estaban en la galería, hubiese sido poco costoso sacarlas hasta el exterior. Sin embargo, se tomaron su tiempo en apilarlas de manera amurada en los laterales de la que llamamos Galería de Don Javier.
También en la misma cueva de Moras Huayco hemos encontrado restos de construcción de un muro de contención de la vertical.
En varias de las cavidades se han encontrado muros que dividían las galerías en distintos compartimentos. Su ubicación estaría en las cuevas de Chururco, Atumpampa y Curibamba, En los tres casos, se trata de muros no excesivamente altos que cortan la galería de lado a lado y en los que incluso hay practicadas puertas perfectamente perfiladas. Sin embargo también hay diferencias dado que en Curibamba y Atumpampa existe un único muro cerca de la entrada, mientras que en Chururco hay una profusión de ellos por la Gran Galería.
Un elemento curioso que sólo hemos hallado en la Cueva de Moras Huayco ha sido un dintel de madera que marca, sobre una pared construida con piedras y utilizando también la roca madre de la cavidad, la entrada en el Lago de Guano al final de la cavidad.
Hemos encontrado distintos tipos de escaleras en el interior de las cavernas. Una de ellas realizada por amontonamiento de piedras y tierra formando una pequeña terraza en la parte más alta, en la Cueva de Shuccui. En la Cueva de Moras Huayco, en la entrada a la última sala, otra escalera presenta igual conformación. La otra forma de construcción es tallada sobre roca madre en la Cueva de Moras Guayo.
Otra de las construcciones serían las hornacinas que pueblan la cueva de Chururco. Se trata de pequeñas oquedades construidas con lajas de piedra que presumiblemente contendrían algún objeto en su interior. También es posible que aquello que hubiese sido ubicado en ellas se hubiese conservado bien, ya que todas ellas están vacías, lo que quiere decir que los huaqueros habían llegado antes que nosotros. Una construcción diferente a las hornacinas es la excavación de huecos que encontramos en la Cueva de Intimachay. Se trata de un par de huecos de 50 cm de profundidad, vacíos, que no presentaban otra peculiaridad más que la de estar ahí. No sabemos cuál fue su uso ni su función.
Como un elemento también singular podríamos referirnos a una construcción de cerramiento del Osario de Carpona. En realidad no se trata de una cueva sino de un abrigo de la roca. Bajo una 'panza' se ha levantado un muro que deja en su interior todo un osario organizado donde los cráneos están colocados en un lado del mismo mientras el resto de los huesos están esparcidos sin ningún orden. Claramente, los ladrones de tumbas han estado removiendo, pero es más que posible que la ubicación de las calaveras en un lugar diferente fuera obra de quienes depositaron allí los restos.
Por último, podríamos señalar la construcción de chullpas en la Cueva de Carpona. Obviamente, la construcción de chullpas podríamos dejarla fuera de nuestro repaso por los elementos encontrados en cavidad dado que existen numerosas construcciones funerarias en este sentido que han sido estudiadas ya por los arqueólogos. En la mayoría de los casos que conocemos, se trata de edificaciones realizadas no en bocas de cuevas, sino en lugares que aprovechaban la pared de roca como parte integrante de su construcción y que buscaban su amparo. Sin embargo, en Carpona las chullpas se alzaban en la boca de una cavidad que aunque no tiene un gran desarrollo horizontal, sí tiene su interés. Según la opinión de los arqueólogos, las chullpas debieron venirse abajo por el efecto de algún sismo que provocara su derrumbe. En el suelo aparecen gran cantidad de cascotes que elevan el suelo en la zona de la entrada a la cueva. Los restos humanos encontrados responden al tipo de momia de la Laguna de los Cóndores. Se trata de fardos funerarios donde los cuerpos han sido momificados y colocados de manera que se les pueda transportar fácilmente.
Restos humanos. A lo largo de todas nuestras incursiones en cavidades de la región Chachapoyas hemos encontrado gran profusión de restos humanos en muy distintos estados de conservación. Se han encontrado momias y se han encontrado también restos dispersos. Momias: Localizar una momia es algo sencillo por lo obvio. Un gran fardo que puede estar roto por el machete de los huaqueros o intacto. Se han encontrado restos de momias en La Sima Tumi, en La Cueva Carpona, Cueva Atumpampa y Cueva Curibamba. Es importante fotografiarlas bien, porque no es lo mismo que haya sido desprovista de su envoltorio a que lo conserve. En el fondo eso no nos dice más que si los primeros en llegar hasta ella hemos sido nosotros o los profanadores de tumbas, pero para los arqueólogos puede tener una gran importancia.
Restos no momificados: Restos humanos, no momificados, los hemos encontrado en prácticamente en todas las cavidades visitadas por el Grupo PIK (Sima Aristobal, Sima Pucro de los Cráneos, Sima Ojos de Achupa), por el Grupo de Steve Knutson (Atumpampa, Curibamba y Sima Tumi), y por Espeleokandil (Abrigo de San Agustín, Cueva Carpona, Sima Carpona, Osario Carpona, Cueva de Chururco, Cueva de Pumahuayuna, Sima de la Tranquilidad, Cueva del Chivo I, Cueva del Chivo II, Cueva de Vaquín, Cueva Iscaicocha, Cueva de Revash, Sima de San Lucas Cueva de Tajopampa, Cueva de Sishomachay, Sima de Muyucsha, Sima de la Ciudadela, Caverna de Leo, Cueva de Omia y Cueva de Initmachay). También el Grupo Espeleológico Bagnols Marcoule encontró cráneos en una cavidad en las proximidades de Chaquil. Lamentablemente el grupo PIK no nos ha referido el detalle de sus hallazgos, teniendo sólo la información de la aparición de restos humanos. Tampoco disponemos de los detalles de los restos encontrados por Steve Knutson, aunque en su artículo A Cave Exploring Culture from Antiquity señala que además de momias aparecieron restos diseminados. La sobreabundancia de restos humanos dispersos, después de siete visitas a la zona, nos descubre que llega un momento que todo parece tan usual, que al final dejas de darle importancia: ¡hay tantos!. Quizás esa sea la razón, más subjetiva que otra cosa, que nos ha llevado en determinados momentos a no prestar a dichos restos la importancia que merecen, y ese será uno de los elementos que los espeleólogos tendremos que cambiar en nuestra forma de mirar. Obviamente la mayor información la tenemos de las exploraciones de Kandil. Empezando por el Abrigo de San Agustín, junto a las numerosas pinturas rupestres, encontramos huesos parciales enterrados en el suelo. Su hallazgo fue fortuito porque sin más, después de mirar y fotografiar las pinturas de las paredes rocosas, al sentarnos a descansar justamente delante del abrigo, empezamos a descubrir que en el suelo había pequeños trozos de huesos que poco a poco empezamos a reconocer como humanos. Cuando nos dimos cuenta dejamos de escarbar debido a que podíamos estar ante un yacimiento que no sabemos qué importancia podrá tener. Hay que decir también, que lamentablemente no se nos ocurrió hacer fotografías de los hallazgos. En la Sima Carpona, hay que reseñar que encontramos un solo cuerpo que se ubicaba la mitad en el fondo del P13 y la otra mitad al final de la rampa que sale de ese lugar. No miramos ni buscamos otros restos. Ni siquiera fotografiamos el que encontramos. Convencidos de la incapacidad que los Chachapoyas tendrían para adentrarse en cavidades verticales, pensamos que necesariamente el personaje que se encontraba en la base del pozo habría resbalado en la pendiente de entrada y caído hasta la base del pozo. Esta teoría de explicación de los restos encontrados podría seguir siendo válida, pero no se nos ocurrió buscar otras alternativas. Directamente rechazamos en nuestras cabezas la posibilidad de que se tratase de otra cosa. En la Cueva Carpona, amén de los restos encontrados en la boca de entrada y que presumiblemente procederían de las chullpas de la entrada, en la Sala de los Restos (la parte más baja de la cavidad), encontramos numerosos trozos fragmentados de huesos y un molar. Curiosamente no encontramos huesos largos ni enteros. Es verdad que el grado de humedad de la cavidad es muy alto y que la descomposición puede haber sido muy fuerte, pero no deja de llamar la atención en el conjunto de otros restos encontrados que, aquí, estuviesen todos tan deteriorados. En el Osario de Carpona hemos podido contabilizar en la fotografía hasta 39 cráneos y 4 fragmentos diferentes, aunque sería posible que bajo los cráneos amontonados hubiese otros. Obviamente no tocamos nada y nos limitamos a hacer fotografías del yacimiento tal y como estaba. El cráneo 2 presenta un orificio en la unión de los dos parietales. No nos detuvimos a mirar si el orificio se había producido antes o después de la muerte. Si se hubiese producido con anterioridad y estuviésemos ante una herida curada, los bordes del hueso se habrían cicatrizado y 'redondeado'. Si el golpe fuese la causa de la muerte, estaría cortante. Podría ser que su rotura se debiese a la caída de una piedra una vez depositado allí, pero entonces tendría que aparecer a su lado la roca caída y el fragmento de hueso roto. No investigamos esa opción. Su estudio se vuelve interesante a la luz del hallazgo de tres cráneos en el Sumidero de Chaquil que presentaban todos el mismo golpe realizado con un objeto contundente en forma de estrella en el hueso temporal izquierdo debajo de la oreja. En un lugar aparte del mismo osario se disponía otra gran cantidad de huesos humanos aunque sin ningún orden. Al fondo aparecía otro cráneo más que sería el número 40.
La cavidad explorada de mayor recorrido y profundidad por el grupo EspeleoKandil es la Cueva de Chururco. En ella, a lo largo de su Gran Galería, se intuye un lugar de enterramientos, máxime cuando comparamos sus semejanzas con las Cuevas de Atumpampa y Curibamba, donde sí han aparecido momias. Sin embargo, en toda esta larga galería de más de 600 metros de desarrollo, tan sólo encontramos un maxilar cerca de la entrada. Hasta el comienzo de la gatera no volvimos a encontrar restos humanos. Ahí encontramos dos cajas craneanas recubiertas de barro junto con cantidad de huesos entre los que visiblemente aparecían dos fémures.
Pasada la Gatera, en la galería de la Chicras encontramos al menos tres lugares diferentes con restos humanos. El primero de ellos consiste en un cráneo ubicado en uno de los laterales de la galería y que presenta un gran deterioro debido a una fuerte rotura. En la Galería de las Chicras se descubre el paso de un pequeño aporte de agua y en su seno, muy cubiertos de barro, se encuentran trozos cerámicos, y otro pequeño grupo de huesos humanos que sería difícil de justificar.
En una repisa de una de las paredes, aparece una mancha negra que posiblemente fuese una chicra. En ella se distinguen huesos humanos de pequeño tamaño que nos hacen pensar si no se trataría posiblemente del esqueleto de un niño. Para poder profundizar sobre las peculiaridades de los distintos restos que se encontraron en las excavaciones, es preferible ir a los informes de cada una de ellas donde lo abordamos con mayor profusión.
Restos óseos no humanos. Teniendo en cuenta la cantidad de restos interesantes que uno puede llegar a encontrar en el conjunto de las cavidades que ahora sabemos usaron los Chachapoyas, podemos caer en la tentación de prestar menos atención a los restos óseos no humanos. Estamos acostumbrados en nuestras visitas a cavidad, a encontrar restos de animales que de manera fortuita o intencionada han caído al fondo de simas, o se han adentrado en el interior de cavidades horizontales y han encontrado en ellas la muerte. Es verdad que sabemos que es posible realizar hallazgos de ursus espeleaus u otros de interés, pero generalmente se trata de ganado arrojado por los pastores de la zona. Sin embargo, en el contexto de las cavidades Chachapoyas la presencia de estos restos puede tener mucho que ver con rituales religiosos de enterramientos, y puede, incluso, que hayan sido sacrificados y depositados como ofrendas o como parte del ajuar funerario del difunto. Por eso es importante también reconocer qué restos son los que hallamos y dónde están situados: si junto a hornacinas, o al lado de restos humanos o dispersos por la cavidad... Para empezar reportaremos que en la Cueva de Shuccui tan sólo encontramos huesos muy pequeños de animales presumiblemente, también de pequeño tamaño, junto a restos cerámicos y cuentas de collar. En la Cueva Carpona aparecieron numerosos fragmentos óseos de animales mezclados con restos humanos. Algunos de ellos, por su tamaño pensamos que podrían ser algún felino. Especialmente por un colmillo aunque no sabríamos decir si pudiese ser de un perro. Sin lugar a dudas el mayor aporte óseo lo representa la Cueva de Chururco, si bien sabemos que nos falta un reporte más detallado de las cuevas de Atumpampa y Curibamba que podrían ser más similares. En Chururco cabe destacar la numerosa presencia de huesos de camélidos. En un primer momento este dato es importante porque existe una opinión generalizada de que los camélidos no aparecieron en la región hasta la llegada de los Incas, lo que permitiría datar las fechas de los enterramientos que hubiese podido haber allí. Sin embargo, otros estudios realizados en la Cueva de Manachaqui señalan que la utilización de camélidos es muy anterior a la llegada del invasor cuzqueño y que además su uso supuso una revolución cerámica en tanto en cuanto al disponer de animales de carga se hacía posible construir vasijas de mayor tamaño para transportar distintos materiales.
Otro tipo de hueso muy abundante en Chururco son las vértebras de gran tamaño que hacen suponer que se trata o bien de vacunos o de camélidos. Pero sin duda, los huesos más interesantes aparecen en la Galería de las Chicras, dado que su colocación hace referencia a una clara intencionalidad. Junto a los restos de las chicras aparece varias veces un conjunto de dos huesos grandes que aparentemente podrían ser de ganado vacuno. También en la Sima de La Tranquilidad los restos óseos son peculiares, hallándose una pelvis de 38 cm de largo, un hueso muy ancho y corto y un mandíbula que pensamos pueda ser de un carnívoro. Otros grupos también han reportado el hallazgo de huesos de animales en sus exploraciones. Así, por ejemplo, en el Sumidero de Chaquil se ha encontrado el esqueleto de una vaca y la mandíbula de un puma.
Restos de pinturas. Los restos de pinturas encontrados podríamos decir que pertenecen a dos clases: dibujos en roca claramente diseñados y marcas de pintura en las paredes de las cavidades. La primera de estas clases sólo ha aparecido, que tengamos constancia, en el Abrigo de San Agustín. En los paneles de roca aparecen dibujos antropomorfos. Algunos de ellos presentan lo que podría ser interpretado como penachos de plumas. Otros parecen ser escenas de caza. Otro de los elementos pictóricos son los animales, especialmente representados en algo que podría ser un cérvido. También aparecen otros motivos más encriptados que no sabemos qué pueden significar.
Dentro de esta clase de pintura antropomorfas cabe destacar las de la Cueva del Chivo I, donde llama la atención un personaje con cabeza de ciervo.
La segunda clase de pinturas aparecidas es mucho más abundante y más diseminada. Se trata de 'manchas' de color ocre y rojo, de las que no sabemos qué significación tienen pero que aparecen el lugares más o menos relevantes de las cavidades. Han aparecido manchas de color en el techo de la entrada a la galería Don Javier de Moras Huayco, en el muro de contención del P9 y parece que en el dintel de la entrada al Lago del Guano, aunque no sabemos si es una decoloración de la madera; en el muro del cerramiento del Osario de Carpona; en la entrada a la Gatera en Chururco y también en las paredes de la Cueva del Chivo I.
Restos cerámicos. Indudablemente, los restos cerámicos, amén de abundantes, suponen uno de los intereses arqueológicos, junto con los restos humanos, más trascendentes que podemos encontrar en las cuevas Chachapoyas. Un primer resto significativo fue encontrado en la Cueva Shuccui. Se trata de un fragmento de cazuela que tiene la peculiaridad de la anchura de su base. Esta forma cerámica es muy poco usual en el registro cerámico chachapoyas. Otro hallazgo importante fue la vasija de Shuccui, de un notable tamaño y que afortunadamente pudimos encontrar intacta.
Otros restos cerámicos de gran tamaño, aunque desafortunadamente fragmentados, podemos hallarlos junto a las momias localizadas en la entrada de la Cueva Carpona. Una vasija muy peculiar por su forma apreció, destrozada, en la Cueva Chururco. Se trata de un recipiente tosco cuyo cuello es muy estilizado y presenta grabados hechos por punción en forma de zigzag.
Junto con ella aparecieron otros restos de vasijas también de tosca elaboración con decoración en la boca y de un cierto tamaño que las situarían entre las más grandes encontradas, aunque desgraciadamente también muy fracturadas.
Pero sin lugar a dudas, el mayor yacimiento intacto encontrado se sitúa en la Galería de las Chicras en la misma Cueva Chururco. No llegamos a contar cuántas había con exactitud, pero debían ser unas siete u ocho en perfecto estado. La mayoría de ellas eran de elaboración tosca, no demasiado grandes y presentaban restos de cuerdas que hacen sospechar que se trataba de cordones para poderlas transportar. En la parte de la boca la mayoría presentaba un tosca decoración constituida por suplementos cerámicos en zigzag e incluso unos aparentes asas.
Una de ellas resultó la más interesante de cuántas hemos encontrado. Se trata de una pequeña vasija no demasiado grande que presenta en su boca la decoración con una cara.
También queremos reseñar las dos vasijas intactas encontradas en la Cueva de Intimachay, una de confección claramente chachapoyas y la otra con influencia inca:
Tenemos constancia, aunque no un reporte detallado, de aparición también de restos cerámicos en las Cuevas de Atumpampa y Curibamba, en la Sima Tumi, en el Sumidero de Chaquil, así como en la Cueva Yayacuj. No hemos tenido otras noticias aunque imaginamos que en la mayoría de las cavidades encontradas han aparecido numerosos restos. A nosotros nos llama la atención su ausencia en la Cueva Moras Huayco.
Otros restos: tumis, mates, utensilios y ornamentos. De otros restos aparecidos y reportados de las cavidades exploradas, lo que sin duda es más relevante es la aparición de tres tumis en la Sima Tumi. La importancia de este hallazgo estriba en que hasta ahora no se habían encontrado vestigios de su utilización en la Tradición Chachapoyas. El tumi es un utensilio cortante que se usaba en el ámbito ceremonial de las culturas Chimú y Lambayeque, aunque se sabe que también los incas los habían utilizado. Normalmente se fabricaban en metal. Sin embargo, el encontrado en la Sima Tumi por el equipo de exploración de Steve Knutson, está hecho de piedra. El Tumi encontrado en esta sima tiene cerca de 22 cm. largo, y parece decorado por lo que podrían ser dos aves, de cara a cada lado, en la parte superior. Los picos de las aves tuvieron una línea cortada en rodajas para hacer la boca y un punto abollado para colocar los ojos. El trabajo de construcción es muy esmerado ya que sólo tiene 1 cm. de ancho (aproximadamente) y es muy liso. Sería fácil que la roca se rompiera a la manipularla por lo que tuvo que ser muy complicado de fabricar. Se hallaron tres tumis visibles en la sima. Desgraciadamente no disponemos de ninguna fotografía de los mismos. La aparición de mates es siempre más delicada ya que al tratarse de material orgánico se destruye con mayor facilidad. Hemos encontrado mates de distintos tamaños en la Cueva de Chururco y cerca del Osario de Carpona, pero en general de poco interés. Dentro de los utensilios encontrados se ha hallado una piedra de moler en la parte más profunda de la Cueva Carpona y dos huesos tallados que no sabemos que utilización tendrían, en la Cueva de Chururco. Estos huesos presentan la peculiaridad uno de estar pintado de rojo, y el otro de tener tallada una cara.
Otro utensilio interesante por lo que pueda suponer de comercio con pueblos de otros lugares, es una caracola encontrada en la Sima Tumi. En cuanto a elementos ornamentales, destacan las cuentas de collar encontradas en la Sala del Cobre de la Cueva Shuccui realizados en conchas y en nácar. Por último señalar el hallazgo de las chicras. Se trataría de cestas realizadas con fibras vegetales que servirían para el transporte de objetos. En la galería de las Chicras, en la Cueva de Chururco, encontramos numerosas manchas en el suelo que vistas en detalle parece que responden a lo que deben ser un conjunto de chicras y que tenían una disposición que hace pensar en que se trataba de ofrendas. Junto a ellas aparecían huesos grandes, posiblemente de vacuno, y vasijas.
Y no sólo encontramos restos de schicras en Chururco. También en la Cueva de Vaquín y en Intimachay, donde aparecieron restos bastante interesantes.
Cuadro resumen de restos encontrados en cavidad.
Sobre la utilidad de las cavidades. En cuanto al uso que tenían las cavidades, obviamente disponemos de un material poco variado. En general parece que se trata de cavidades utilizadas como enterramientos, aunque es de destacar también otros usos. No obstante, y de manera incierta, podríamos decir que no se han encontrado restos que hagan pensar que las cuevas se utilizaron como espacios habitacionales salvo en la Cueva de Manachaqui, aunque con uso anterior al periodo Chachapoyas. La utilización de la Cueva Manachaqui, la de uso más antiguo conocido, corresponde a una ocupación ocasional en periodos de trashumancia, posiblemente utilizada en sus distintas épocas por cazadores o viajeros que la usaban para pernoctar durante sus desplazamientos. Por otra parte tendríamos el uso de las cuevas de Moras Huayco y de Shuccui, donde no se han encontrado más restos humanos que un fragmento de cráneo. El uso de ambas cavidades está por determinar, no habiéndose podido establecer en la actualidad. Tampoco se ha podido esclarecer de momento, si las Sima Carpona, donde sí apareció cuando menos un cuerpo, y Tinta Cushpa llegaron a tener algún tipo de actividad humana, aunque sí es destacable el sentido mistérico mítico de esta última, donde se alojaba el Solpecuro. Sin embargo sí está claro que los restos encontrados en la Sima de La Tranquilidad son enterramientos realizados, por lo que sabemos que bajaron hasta allí con objeto de depositar los cuerpos. Entre las cavidades con restos humanos encontradas, tendríamos, también que hacer distinciones significativas: Las cuevas de Chururco, Atumpampa y Curibamba formarían una unidad de estudio. Distinto es el tratamiento de las Simas del Tumi, de Aristobal, Pucro de los Cráneos y Ojos de Achupa. Por otra parte tendríamos el uso dado a la Cueva Carpona, de la que pocos restos quedan. En todo caso, la construcción de chullpas en su entrada la define como una cueva de enterramientos. |